OBRA CRÍTICA 1

JULIO CORTÁZAR

(Alfaguara - Buenos Aires) 

Obra crítica 1 forma parte de una serie integrada por tres títulos cuya primera edición publicó Alfaguara en 1994. Los volúmenes reúnen los textos críticos del autor, desde la década del 40 hasta los últimos años de su vida.

El texto que compone este primer tomo es la “Teoría del túnel”, un extenso estudio escrito en 1947 sobre su concepto de literatura desde una mirada centrada, principalmente, en el contexto de la novela moderna. A la vez que el autor opera la deconstrucción de esa escritura, despliega la teoría que revela su posición acerca del modelo al que adscribe. Un “manifiesto literario”, dice Saúl Yurkievich -a cargo del estudio preliminar del volumen.

La propuesta de Cortázar es la desacralización del culto al Libro. Impulsado por las tendencias gravitantes del momento en que redacta estas notas, se sitúa del lado del “escritor rebelde” quien rechaza aquella literatura en la que el lenguaje cumple un rol meramente ornamental. Cortázar considera que no se puede disociar la literatura de la condición humana, de su angustia existencial; por eso ella no puede reducirse a un orden estético. Y propone, entonces, liberar las formas narrativas, ejercer la ruptura del lenguaje, saltar de lo estético a lo poético; barrenar -dice- el “flanco verbal” de modo que lo literario sea “instancia y acto verbal de realidad” (pág. 72). Se opera como en el túnel: se destruye para construir.

La ruptura del sistema verbal y la acción comprometida de la búsqueda -en una formulación de la realidad que exceda lo literario, que concierna al novelista frente a sí y frente a los otros en un sentido de comunidad- son rasgos de su modelo de novela y están presentes en el subtítulo del ensayo: “Notas para una ubicación del surrealismo y el existencialismo”.

El ensayo es un recorrido exhaustivo y penetrante por la historia de la novela, se interna en los intersticios de la retórica, revela filiaciones, muestra sutiles diferencias y transformaciones a lo largo de un siglo con agudas interpretaciones e ilumina -con la lucidez del maestro que ha hecho suya la materia- el acontecer del género.

Creo que cualquier “apunte de relectura” de la producción cortazariana debe contemplar la totalidad de su obra; no como una suma cuyo contenido exhibe una evolución progresiva que alcanza al final su estado más elevado o definitivo sino con una mirada capaz de captarla como el propio Cortázar, cuando relee a Arlt: como “un gran relato único que se parcela a lo largo de su búsqueda”.

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Ester Nora Azubel